La muerte es la envidia de vernos caminar,
aún así no deja espacio al tiempo, no espera ni estima regresar.
Un epitafio que diga: “Aquí también dejé de respirar”
Haciéndole honor a los recuerdos.
A la falta de aire que dejaron tus ojos tiernos,
O al vacío de tu ser donde hundí todo mi cuerpo.
Un epitafio que diga: “Aquí también dejé de respirar”.
Haciéndole eco a los abrazos gélidos,
A los besos intocables de algún sueño,
o a los sueños de algún deseo presente.
A estar vivo, que es otro día.
Hoy ya no toco fondo,
asumo el termino del silencio entre tus hombros.
Un epitafio que diga: “Aquí también dejé de respirar”.
Donde también el perfume de su pelo, dejo espacio a mis manos.
Dónde el castigo de la ausencia trajo días amargos.
Donde las arrugas de los años marcó temprano el ocaso
y el estar despierto tarde es despertar temprano.
Un epitafio que diga: “Aquí también dejé de respirar”.
En la tinta derramada sobre la almohada.
En el hilo del orgullo de tu espalda
o en el cielo sumiso de tu pasión inadecuada.
Un epitafio que diga: “Aquí también dejé de respirar”.
Por que olvidé el entorno,
donde en un suspiro perdí el mundo.
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